Historia del “REO”, carro reliquia de la “Bomba San Miguel”

16Jul 2022

El Bombero, Miembro Honorario y presidente del Consejo de Disciplina de la 3ª Compañía, René Vera Palacios, nos relata el origen de esta máquina, que es recordada hasta el día de hoy por sus dimensiones y diseño único.

Si hay un carro bomba que puede considerarse como emblemático en la historia bomberil del siglo XX en la Región Metropolitana es el “REO”.

Fabricado por American La France, en 1958, fue traído a nuestro país en 1961 y puesto en servicio el 21 de julio de ese mismo año. Hablamos de una máquina que marcó un antes y un después, tanto por sus características como por la forma en que se elaboró.

El Cuerpo de Bomberos de San Miguel, a través de la Compañía madre, que era la 1ª (actual 3ª del CBMS), había sido fundado en 1956 y sus primeros Oficiales Generales, en el afán de organizar la institución, “ya tenían dos máquinas operativas… pero se empiezan a sumar otras Compañías. De hecho, ya existía la Brigada de La Legua, que después fue reconocida como la 2ª Compañía el Cuerpo de Bomberos de San Miguel (posterior 5ª Compañía del CBMS)”.

El relato pertenece al Bombero y Miembro Honorario René Vera Palacios, quien sitúa un hecho clave en la historia: “en el ’59 asume como Comandante don José Manuel Ormazábal Vargas, amante de los autos y de los camiones y dueño de talleres mecánicos, que gestionó la compra de un carro bomba para la 1ª Compañía de San Miguel. Y las dos máquinas que ya estaban, pasan a ser asignadas a las otras unidades que ya se habían reconocido”.

Don José empieza a cotizar y a pedir catálogos a las distintas fábricas que existían en la época. No había grandes marcas europeas, pero sí en Estados Unidos, además que las inglesas tenían el manubrio al otro lado y no se sabía si construían camiones con normas de tránsito occidentales. De todo el material que llegó, Ormazábal se entusiasma con American Le France, firma que hacía carrocerías para carros bomba. Sin embargo, nota que una máquina traía una cosa, otra máquina llevaba otra cosa y así sucesivamente. Y resulta que él quería todo en un solo carro”, enfatizó el también presidente del Consejo de Disciplina de la 3ª Compañía.

Quería una bomba de doble impulsión de 500 galones por minuto de desalojo, que en esos tiempos era mucho, sumado a diversos aspectos técnicos, como bombas de desahogo, válvula conmutadora y otros. Pedía ponerle un estanque adicional con espuma con mezclador para que se combine con el agua y bote un líquido preparado por las líneas de manguera para atacar incendios químicos. Los carros tampoco traían portaescala. O llevaban escala o estanques con mangueras. Así que este caballero lo pidió con portaescala”, agregó.

Y la cosa no paraba ahí. Don René Vera cuenta que José Ormazábal “solicitó que el carro tuviera una capacidad amplia para los bomberos en la parte posterior, lo que para los gringos era impensado y absurdo, porque los turnos en Estados Unidos los componen 5 o 6 bomberos y acá caben 12 voluntarios en la parta trasera”.

La respuesta fue que no y que tenía que atenerse a lo que decían los manuales. Toda esta comunicación era por carta y súper lenta. Cartas para allá, cartas para acá. Y este señor que también había pedido bastante material menor especial; pitones, trajes aluminizados de acercamiento a llama viva y equipos para inundaciones, lo que generó mucha burocracia de parte de los yanquis que decían que no una y otra vez, porque comercialmente no les convenía vender un carro con todos los elementos, sino que varias máquinas con cualidades repartidas”, añade.

Ante la indefinición, el Comandante Ormazábal, que nunca envió diseños, dibujos o planos de la máquina en cuestión, redactó una carta final con una frase que fue la que resolvió todo: “es más fácil adaptar un carro a una comunidad, que una comunidad a un carro”.

Fue así como American La France construyó el chasis en 1958 y se demoró tres años en mandarlo a Chile con el modelo Gold Comet y el estanque reducido a 1.800 litros (un carro tradicional tiene 3.000).

El impacto de su arribo al país fue tremendo. El Comandante del Cuerpo de Bomberos de Santiago de la época, don Alfonso Casanova, junto al Vicesuperintendente Enrique Pinaud Cheyre y otros Oficiales Generales, fueron a San Miguel a conocer este portento de máquina.

Don José Manuel (que murió el 12 de mayo de 1993, a los 61 años) me contó el año ‘85 que, cuando el carro estaba por llegar al cuartel, los bomberos lo estaban esperando dos cuadras antes y corrieron a su alrededor hasta llegar a la unidad para mirar su majestuosidad y tamaño, que para ese tiempo era inmenso. Además, todo pintado de rojo”, rememora Vera.

Pero como la perfección no existe, resulta que este carro usaba frenos normales que no tenían servo, “por lo que había que pararse arriba del pedal para poder frenar. La dirección no era servoasistida. Era mecánica bruta. Era muy pesada doblarlo en cada esquina y todavía lo es. Recién el ’68 llega el carro ‘International, que es como el gemelo del REO, con frenos de aire”, comenta el Miembro Honorario con 40 años de servicio.

El REO, en 1997, luego de terminar con el servicio activo en llamados de emergencia, pasa a ser utilizado en funerales, bautizos (el agua que se lanza a los bomberos debe salir de esta máquina), paseos de Navidad con niños, desfiles y exhibiciones.

Para este carro reliquia la historia todavía no termina…